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¡Adiós, olores a bebé! Descubre cuándo los peques se vuelven un poco ‘aromáticos’

¡Hey, queridos padres! ¿Listos para abordar uno de esos temas fascinantes de la crianza? Hoy vamos a hablar de algo que puede llegar a sacudir vuestras narices: ¡el sudor y el olor corporal de vuestros pequeños tesoros! Tranquilos, no están solos en esta travesía aromática. ¡Vamos a desvelar cuándo empiezan a sudar y a desprender su propio perfume los niños! ¡Prepárense para reír, aprender y dejar de preguntarse si hay un mapache escondido en su pañal!

Ah, esos tiernos bebés que nos hacen suspirar y babear. Cuando son recién nacidos, su olor es celestial, como una suave brisa de lavanda. Pero llega un momento en que esa fragancia paradisíaca da paso a algo un poco más…hm, peculiar. ¡Ah, la dulce fragancia de la infancia! Pero no temáis, aquí estoy yo para resolver vuestras dudas y ofreceros algunas respuestas con sabor a chiste y consejo.

«Babea y huele»

Los bebés pueden comenzar a sudar un poquito desde muy temprano. Pero no te preocupes, no será un río de sudor que los inunde. En sus primeros meses, el sudor es más común en el área del cuello y el cuero cabelludo. Ahí es donde comienzan a construir su propio imperio olfativo.

«El toque a magdalena»

A medida que los peques crecen, el sudor se extiende a otras zonas de su cuerpecito adorable. Pueden empezar a sudar en las axilas, manos y pies. Es como si su cuerpo quisiera hacer un pastel y necesitara un poco de humedad para mezclar todo bien.

«Juega al desodorante»

No te alarmes si empiezas a notar un ligero olor a «hormonas en acción» en tus hijos más mayores. A partir de los 7 u 8 años, es cuando las glándulas sudoríparas echan a andar a pleno rendimiento. Ya sabes, es hora de enseñarles cómo funcionan esos tubitos mágicos llamados desodorantes.

«La sinfonía de los olores»

Aquí viene lo interesante. Cada niño tiene su propio aroma único. Algunos pueden ser más fragantes que una flor de jazmín, mientras que otros pueden ser más…picantes, como el guacamole con un extra de jalapeños. Pero tranquilo, ¡todos tienen su encanto!

«El efecto ‘post-actividad'»

Tus pequeñines pueden sudar más durante el juego y la actividad física. ¿Recuerdas cuando tú corrías como un loco en el parque y sudabas como un pollo asado? Pues lo mismo les ocurre a ellos. Es señal de que están disfrutando y dando lo mejor de sí.

«Los zapatitos ‘olfateables'»

Si tus hijos tienen olor a pies, no te preocupes, no eres un mal padre. Esto es completamente normal. Los pies son zonas propensas a sudar más, especialmente cuando usan zapatos cerrados durante largos períodos de tiempo. ¡Un poco de lavado y aire fresco, y listo!

«Sudores nocturnos»

A veces, los peques pueden sudar más mientras duermen. No te asustes si los encuentras empapados al despertar. Es su cuerpo regulando la temperatura y liberando toxinas. Además, esto te da una excusa perfecta para abrazarlos un poquito más.

«El arte del ‘olor a niño'»

A medida que tus hijos crecen, también aprenden sobre higiene personal. Puedes enseñarles a lavarse bien, especialmente las zonas donde el sudor tiende a acumularse más. Pero recuerda, ¡no hay nada más adorable que un niño con olor a niño!

«El rol de la alimentación»

Por último, pero no menos importante, la comida también puede influir en el olor corporal de tus hijos. Algunos alimentos, como el ajo o las especias, pueden hacer que el aroma sea más…interesante. ¡Mantén los bocadillos con queso a mano para neutralizar!

Y ahí lo tienes, queridos padres, una guía rápida y divertida sobre el sudor y el olor corporal de vuestros pequeñajos. Recuerda, no hay nada de qué preocuparse, ¡es parte del viaje hacia la adultez! Así que, abraza esos olores únicos y disfruta de cada momento aromático con tus hijos. ¡Ellos crecen tan rápido que pronto desearás volver a oler a bebé!

Lucía Capdevila
Lucía Capdevila
Lucía es una enfermera que lleva más de 15 años curando y cuidando niños en un hospital, así que sabe un rato largo de bebés y de esos primeros años que vuelven locos a los padres. Ahora ella misma es mamá de dos pequeños, Martina y Daniel, con lo cual entiende aún mejor las noches sin dormir y las rabietas en el súper. En su blog escribe sobre todo lo que preocupa a las madres y padres nuevos: el llanto del bebé, cómo calmarlos, trucos para que duerman de un tirón, recetas fáciles de papillas, consejos para el baño... Explica las cosas de manera sencilla, transmitiendo tranquildad y buen rollo. Se nota que Lucía ha vivido en primera persona el caos de ser madre primeriza. Por eso ahora ayuda a otros padres contando sus trucos y todo lo que ha aprendido sobre cuidados de pequeños. Sus consejos son súper prácticos y escritos con mucho cariño. ¡Una lectura ideal para madres y padres!
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